Quizás no sea novedad decir que las personas atravesamos diferentes momentos de crisis y cuando observamos a personas en crisis recurrimos a expresiones como "debemos hacer algo" y aunque de ello no dependa (o sí) nuestra vida nos volcamos a colaborar. Bajo el criterio plástico y reutilizable de "promover tal cosa".
Sin embargo, la educación y quienes participamos de ella no podemos sino preguntarnos la esencia y la forma en que debemos acercarnos a determinadas problemáticas sociales y culturales como el consumo abusivo de sustancias, la depresión y otros problemas de salud. Es allí donde el sentido de la colaboración debe hacer uso de la provención, la prevención y la promoción de valores.
Primero de llevar adelante una propuesta como ésta debiéramos sostener esta capacidad del ser humano de, por un lado salir de la crisis y transformar su condición (como seres
resilientes).

La
provención es una de las herramientas necesarias para afirmar la necesidad y utilidad de generar y cultivar herramientas para superar un posible caso crítica, un problema futuro; los cuales podrán demandarnos cierto entrenamiento y preparación. Cuando no estamos prevenidos ante lo que podrá llegar a ocurrir, será por falta de desarrollo de ciertas habilidades y herramientas. Se trata de "montar un suelo abonado" para resolver conflictos o necesidades generales o específicas entre personas y/o con el ambiente.
La
promoción tenderá a devolverle a a ciertos valores el peso necesario para despertar conciencia y elaborar actividades de compromiso o negociación entre personas, con la sociedad o el ambiente.
Y por último, existe la
prevención. Se refiere a la capacidad de adelantarnos a un posible mal, daño, riesgo, enfermedad o problema. Y requiere de protocolos, administración organizada, una estructura sólida y constante que sostenga sus objetivos a largo plazo.