Y si me preguntaran que nos hace fuertes y valiosos (o necesarios), contestaría lo mismo: EL SISTEMA EDUCATIVO.
Desde todo punto de vista, los esfuerzos y desgastes que hemos de deparar según nuestras expectativas poco se acercan al desgaste real que debemos experimentar en lo concreto del ciclo lectivo. ¿A qué se debe que el trabajo docente sea agotador? Simplemente a la falta de realismo de nuestras expectativas, sean muy buenas o no tanto las buenas voluntades que rodeen el ambiente educativo. Por ejemplo, si tienes buena voluntad de hacer algo para mejorar las condiciones del fenómeno de enseñanza, sea desde la metodología, desde la disposición de los docentes o de los alumnos, sea desde lo material, lo técnico o lo aptitudinal, o administrativo, te encontrarás con alguno de estos problemas: emocionales, económicos, materiales, temporales, culturales, burocráticos o la simple mediocridad de quienes no toleran la frustración y deciden sabatizar el año para hacerlo lo suficientemente aceptable para encararlo sin causar mucho revuelo.
Así experimentar la escuela te permite ver, entre otras cosas, que lo más aceptado no siempre es "lo mejor" para la educación; que lo más vistoso no siempre es "lo que sucede" en la escuela. Que lo que se dice no siempre es "lo que se siente". Y a falta de seguridades para nuestro crecimiento, nos aferramos a lo que "otros" se aferran, se "autodependizan", se enajenan. A ver, ¡paremos la pelota! Dicho de otro modo la escuela cultiva neuróticos. La escuela premia al pavo repetidor de contenidos aceptables. Quizás seas crítico, seas creativo, indómito, -¡bien por tí!- pero quiero decirte que tienes suerte que el sistema no te haya domesticado hasta ahora.
Pues la mayoría de las personas que transitamos en la escuela no pasamos por la misma suerte - incluso los mismos docentes-. Hay - al parecer - dos personas que terminan por liberarse de este macabro productor de enfermos neurotizados: los que egresan y los que se van de la escuela. Porque si luchas por cambiar algo y te quedás, te harán padecer hasta lo imposible porque te amoldes al sistema, es lo que debes pagar por "adaptarte" al engranaje cultural estanco donde nos encontramos: ¡Despiérta dormilón!. Los cambios, lo creativo, lo dinámico, lo nuevo, la actualidad, la exploración de tus sentidos,
la búsqueda personal, la interdependencia sana entre sujetos, prácticamente no existe, sino desvirtuada, en la escuela actual. La institución debe proponerse generar prácticas que enriquezcan personas y no desarrollar modelos que ni siquiera te permiten enriquecerte a tí mismo, ni desarrollar una planificación coherente o una evaluación seria que evite decir: "llegamos!" o "no pudimos hacer mucho!". Una seria evaluación de las prácticas docentes debe decir: así estamos, esto es lo que podemos hacer para mejorar. Favorecer el crecimiento de personas auténticas es el desafío, no personas "amoldables", "nenes buenos y obedientes", "tragas sin conciencia".
¿Es posible la ruptura del modelo cultural? Por supuesto que sí! Sólo hace falta actuar con inteligencia, planificadamente, observar para comprender, actuar para luego evaluar sobre lo actuado y no sobre lo "meramente recibido" como